MÁS ALLÁ DEL ESPACIO Y EL TIEMPO
Por Gabriel Manrique
Silver y Blaze se conocieron hace mucho tiempo, o al menos eso
parecía. Habían hecho buenas migas desde el principio y se llevaban muy
bien, al punto de desarrollar una estrecha amistad. Silver había llegado
desde el futuro para remediar el pasado y evitar el desastre de su
tiempo. Blaze había viajado muchas veces desde su dimensión hasta el
mundo de Sonic para enfrentarse a los villanos que pretendían apoderarse
del mundo y de las Esmeraldas Sol. Así, el erizo blanco y la princesa
se habían conocido, y cada vez que Blaze volvía de su dimensión, se
volvían a encontrar. Y charlaban y reían, y luchaban juntos en todas las
batallas, cuidándose el uno al otro. Hacían un buen equipo, y siempre
se los podía ver juntos, de alguna manera o de otra.
Amy solía
verlos y decir que podrían llegar a ser una bonita pareja. “Pero,
¿cómo?” le decía Rouge. “Sólo piénsalo. ¿Cómo podrían estar juntos, si
están separados no sólo por la distancia, sino también por el tiempo?
Enamorarse de una persona de otra época es una condena. Un mal chiste
del destino. Sería la prueba de que tal cosa no existe, o de que tal
vez, y sólo tal vez, la vida tenga un retorcido sentido del humor. ¡No!
No pueden estar juntos; y será mejor para ellos que se vean sólo como
amigos”.
El mundo parecía estar empezando a cambiar. La última
Gran Guerra había terminado hacía meses, y la humanidad estaba
transitando el período de paz más largo del que se tenía memoria. El
Doctor Eggman ahora yacía encarcelado, y sus bases destruidas, y todo
vestigio de sus malvadas creaciones y alianzas se había desvanecido. No
se volvió a saber de más villanos, ni de tiranos, ni de criaturas
malignas desde hacía bastante tiempo, y los héroes que tan valientemente
habían actuado durante el último conflicto mundial ahora se encontraban
construyendo una vida pacífica, como todas las demás personas. Ya no
había dolor, ni penas, y las personas al fin podían llevar un futuro
feliz. Algo tan simple, pero a la vez tan difícil de conseguir.
Ahora,
la noche transitaba sin prisa por Spagonia, y la gente caminaba
contemplando la belleza de su ciudad. Y por encima de un tejado, parada
sobre una tarima, Blaze observaba la ciudad con su mirada profunda. Sus
ojos color ámbar parecían estar conteniendo una feroz lucha en el
interior de su corazón, y el aire frío parecía traerle algo de alivio. Y
detrás de ella, bajando suavemente como una pluma de plata, Silver
terminaba su vuelo, envuelto en esa misteriosa aura de energía. Sonrió
al ver al fin a su amiga.
- Blaze, al fin te encuentro – dijo él.
- Hola, Silver – dijo ella sin mirarlo - ¿Estuviste de paseo?
- Sí, la noche es maravillosa. ¿No lo crees así?
- Bueno, supongo que sí – contestó con desgano.
- ¿Estás bien? Te noto algo extraña.
- Sí, estoy bien, es sólo que… - suspiró profundamente - ¿Puedo preguntarte algo?
- Lo que sea – respondió el erizo.
- ¿Cómo era tu vida antes de viajar al pasado? ¿Tenías una familia?
- Bueno, nunca llegué a conocer a mis padres – dijo Silver – Todo el
planeta estaba en ruinas, y la vida era una lucha constante. Tenía unos
amigos, y con ellos formamos una resistencia. Nos ayudábamos unos a
otros.
- Ya veo – dijo ella – Y ahora que ya se ha restablecido
la paz en el mundo, ya no hay peligros que amenacen el futuro. Supongo
que volverás a tu tiempo, para reunirte con tus seres queridos... – y
entonces Blaze se volteó para mirarlo a los ojos, y Silver sintió cómo
su mirada atravesó su pecho como un puñal – Una vez me dijiste que la
vida no siempre es justa. Nunca antes había entendido esas palabras
tanto como ahora…
Y entonces Silver la miró, y le pareció como si
un huracán estuviese sacudiendo su interior. Ella estaba delante de sí,
tan hermosa, tan fría. Fuerte como un volcán y misteriosa como lo
profundo del océano. Y la luz de la luna iluminaba su figura. Sus manos
parecían vibrar en un ligero temblor, y Silver pronto notó que las suyas
también temblaban.
- ¿A qué te refieres, Blaze? – preguntó al fin el erizo, en un hilo de voz.
- Quiero decir que te quiero, Silver – dijo ella con voz temblorosa –
Aprendí a quererte desde el principio. Desde que dijiste tu nombre por
primera vez. Pero eso da igual ahora, porque de todos modos, algún día
tendrás que irte y yo tendré que volver a mi mundo para cumplir con mi
deber. Nuestros caminos se separarán, y tú despertarás en un futuro
pacífico, y te olvidarás de todo lo que viviste aquí. Pero yo nunca
podré olvidarte, y sé que no volveré a verte jamás…
Blaze agachó
su mirada derrotada, con las orejas bajas y el corazón hecho cenizas, y
Silver pudo notar cómo la tristeza la marchitaba como el otoño marchita
las hojas de los árboles.
- ¿Es cierto eso, Blaze? ¿Es cierto que me quieres? – preguntó con una luz en su corazón.
Blaze le contestó con una tierna mirada y una suave sonrisa.
- Sé que tal vez da igual que te lo dijera, pero necesitaba hacerlo.
Una parte de mí me decía que no valía la pena, porque sabía que,
inevitablemente, pronto partirías, y no quería hacerte sentir mal por
ello. Pero por otro lado, no podía mirarte más a los ojos sin decirte
que te quiero – y suspiró ligeramente - Cielos… Me siento como una
tonta…
Entonces Blaze volvió a sonreír. Aquella le pareció a
Silver la sonrisa más dulce e inocente que pudo haber visto en su corta
vida. Entonces la vio como nunca antes la había visto: frágil, delicada,
inocente y pura. Usó su poder para levantarse ligeramente del suelo, y
con un aura turquesa se acercó hasta ella con una mano extendida, y la
miró con cariño.
- Ven, por favor. Quiero mostrarte algo.
- Sabes que me dan miedo las alturas… - dijo ella con una sonrisa triste.
- Verás que no hay nada que temer. Estaré contigo todo el tiempo.
Y
entonces Blaze tomó la mano de Silver, y un ligero rubor le cubrió las
mejillas. Con delicadeza, Silver comenzó a levantar el vuelo, sin
despegar la mirada de los ojos de su compañera. Juntos comenzaron a
recorrer el cielo en aquella infinita y maravillosa noche, mientras
dibujaban una estela de luz en el firmamento. Unidos como una estrella
fugaz, ambos volaban sin prisa hacia un rumbo que Blaze desconocía.
Entonces la princesa apartó los ojos de su amado y contempló el cielo y
las estrellas, y no tuvo miedo. La ciudad parecía ahora una estrella
más, y se sintió libre y única, como el lucero más hermoso y brillante
que el cielo pudiera pedir. Y comenzó a reír, y una lágrima se deslizó
sobre su mejilla. Silver miraba al frente, tomándola de la cintura, y
reía con ella. Blaze extendió sus brazos para sentir la brisa, y ambos
miraban al frente volando con suavidad, girando a través de las nubes y
regresando a su rumbo. El cielo no podía pedir una estrella más hermosa.
Al fin llegaron a la cima de una colina, y Silver dejo
suavemente a su amiga en el suelo. A Blaze le pareció un lugar
profundamente bello: allí, las flores alfombraban la colina y las
estrellas parecían brillar más fuerte. La luna estaba encima de ellos,
única testigo de su amor.
- Este lugar es hermoso – dijo ella, al fin – Pero no entiendo, ¿por qué nos trajiste aquí?
- Este lugar es muy especial – dijo Silver mirando las estrellas – Lo
reconocí desde que llegué del futuro. En mi tiempo, yo solía venir aquí
para estar a solas y pensar. Y el cielo me daba esperanzas de que, algún
día, todo cambiaría para mejor.
Y Blaze entonces contempló las
estrellas también, tan maravillosas y encantadoras, y sintió un suave
calor en su mano. Era Silver, que le tomó ambas manos y la miró
profundamente a los ojos, con una sonrisa que llenaba de paz su corazón.
- Blaze, hoy me hiciste tremendamente feliz. Porque yo también
te quiero. Siempre lo hice, y no aceptaré la idea de perderte. No me iré
a ningún lado. Quiero quedarme aquí, contigo.
Una luz se
encendió en los ojos de ella, y se sintió feliz y viva de nuevo. Sonrió
con ternura, pero pronto su semblante se volvió serio, y su voz se tornó
triste.
- ¿Pero qué dices? Sabes que no puedes quedarte. Tus
amigos, tu familia, tu mundo… No puedes abandonar todo eso sólo por una
chica. No quiero que lo hagas. Debes irte, todo esto está mal…
-
No digas eso. No eres sólo una chica, Blaze. Eres mi otra mitad. He
vivido en la oscuridad durante toda mi vida, y nunca hubiera imaginado
que la mujer que encendería mi alma estaría viviendo en otra época, y en
otra dimensión… No quiero volver a mi tiempo y olvidarte. No sé si
podría, porque durante toda mi vida sentiré un vacío en mi corazón. Ese
lugar en mi pequeña alma que es sólo para ti.
- ¿Estás seguro de
que quieres hacer esto, Silver? No es lo correcto. No lo sé… ¿Qué
pasará entonces? ¿Qué hay de tus amigos? Los extrañarás, y todo porque
abrí mi estúpida boca. ¡Ay, Dios! Nunca debí decirte nada…
- ¡No
digas eso, por favor! – le suplicó Silver – No has hecho más que abrir
mis ojos y mi corazón. Y en cuanto a mis amigos… Buscaré la forma de
hacerles llegar un mensaje. Sé que lo entenderán, y estarán felices de
saber que estoy bien. Separarme de ti sería el mayor error que podría
cometer.
Blaze miró al suelo, pensativa, sin saber qué decir. Un
remolino de emociones sacudía su alma, y no podía creer lo que acababa
de oír. Se sentía feliz y culpable a la vez, pero quizás Silver estaba
decidido a quedarse. Levantó la mirada para encontrarse con sus ojos, y
rompió el silencio con un hilo de voz.
- Entonces… ¿Te quedarías conmigo? – preguntó ella con los ojos humedecidos.
Silver
no necesitó responder con palabras. Se acercó lentamente hacia ella y
la besó tímidamente, y sintió el temblor en las manos de Blaze. Aquel
primer beso fue para ambos algo tan mágico, tan maravilloso, que nada de
lo que antes habían vivido se le podía comparar. Y cuando sus labios se
separaron, comenzaron a reír de felicidad, y luego contemplaron las
estrellas, recostados sobre el colchón de flores de aquella hermosa
colina. Y luego hablaban, reían y soñaban, y luego volvían a besarse.
Y
allí se encontraban, bajo el manto de las estrellas y la luz de la
luna, que con su luz los protegían de la oscuridad. El universo ya no
podría separarlos, porque ahora su amor era eterno, atemporal, más
fuerte que todo, más allá del bien y del mal, de la vida y de la muerte,
del espacio y del tiempo.
Espero que les haya gustado este relato tanto como a mí. Este hermoso Silvaze es la primera historia romántica de nuestro querido Gabriel Manrique y la verdad es que le ha quedado maravilloso. Ojalá nos deleite con más escritos suyos; pero también ustedes pueden hacerlos y enviarlos a los viernes fans. ¡Anímense!
Saludos, Rinoa83.
Hay que bonita y romántica historia me gusto saludos y buen fin de semana.
ResponderEliminarSimplemente está precioso y me encantó de principio a fin. Se parece a uno que escribí hace tiempo. Adoro los fanfics de Gabriel ^^, es magnifico no la narración.
ResponderEliminarEspero ver mas escritos suyos :3
*con la narración
Eliminar(me equivoqué)