Fanart por: Lonerurouni187
CAPÍTULO 3
OTRO DÍA EN EL PARAÍSO
Era una mañana despejada y cálida. El brillo del sol se reflejaba en
los ríos y los arroyos de ese hermoso prado, y las aspas de los molinos
de viento giraban en armonía con la suave brisa del aire. Los pájaros
cantaban una dulce melodía matutina, como todos los días soleados en los
campos de Apotos. La frescura de la mañana llenaba sus pulmones y los
hacía sentir tan llenos de vida. Se miraron a los ojos, sonriendo, y se
pusieron a correr por los campos. Sonic se deslizaba como el viento a
través de la hierba y Tails lo seguía, unas veces volando, otras veces
usando sus colas como las hélices de una avioneta, al ras del suelo.
Corrían alrededor de los árboles, se subían a ellos, les hablaban a las
aves que allí vivían, y bajaban después para acelerar y volver a
atravesar la llanura. Parecían estar jugando, disfrutando cada instante
con una sonrisa de felicidad, haciéndose bromas mientras correteaban y
levantaban nubes de polvo. Sonic aceleró en dirección fija y se detuvo
en una lomada, mirando el paisaje con esa sonrisa que tanto lo
caracterizaba. Tails lo siguió y se paró junto a él. Delante de ellos se
encontraba la hermosa ciudad de Apotos, capital del país del mismo
nombre, famosa por sus blancos edificios y su rica agricultura, bañada
por los rayos dorados del sol. El reflejo de la luz en la ciudad blanca
hacía que parezca como un gigantesca perla rodeada de vegetación,
inmersa en un mar de fantasía.
- ¡Bienvenido a Apotos! – dijo Sonic con las manos extendidas hacia la ciudad – Esta es la primera parada de nuestro tour, y yo seré tu guía.
- Pero si ya conozco la ciudad – dijo riendo el zorro.
- Seguro que no tanto como yo – respondió - ¡Ven! Te mostraré algunos lugares famosos. ¡Y ya verás cómo te encantan esos helados con chips de chocolate!
- Bueno, los probaré, apuesto a que son fabulosos – dijo lamiéndose los labios – Pero no entiendo, Sonic, ¿me trajiste hasta aquí sólo para tomar un helado?
- Y hacer un tour turístico, porque nunca nos tomamos el tiempo necesario para visitar esta ciudad como se merece – respondió el erizo.
- Claro, pero, ¿nos llevará todo el día? Quiero decir… es que esta tarde pensaba recalibrar la consola del Tornado y …
- ¡Pero nada! – dijo sonriendo el erizo – En primer lugar, aceptaste mi invitación de salir de paseo, y eso incluye la mañana y la tarde. Y en segundo lugar… ¡Mírate! Tienes ocho años y te preocupas por arreglar un avión. A tu edad, yo estaba corriendo por todas partes a súper velocidad, sin preocupaciones y sin grasa en mis manos. ¡Tienes que salir afuera un poco más!
- ¡Ya pareces mi abuelo! – rió el zorro – Además, siempre estamos luchando contra Eggman, y sabes que el Tornado tiene que estar en perfectas condiciones para poder utilizarlo cuando haga falta, y ahora mismo está en mantenimiento. Aunque si apareciera Eggman, podría usar el Tornado 2 y …
- Pero no apareció, ¿verdad? – y miró a ambos lados fingiendo estar alerta – Te preocupas mucho, mi amigo. Deberías pensar en salir a jugar, oler las flores, mojarte en la lluvia, conocer el mundo, mirar las estrellas, tener una noviecita… - dijo con una mirada audaz hacia el zorro.
- ¡Eso no será necesario! – dijo ruborizado – Conozco bien el mundo, porque viajé contigo todas esas veces. Y además, ¿recuerdas quién te salvó de caer al océano con un avión recién reparado? – dijo ahora suspicaz el zorro – ¡Por eso el Tornado debe estar siempre listo! ¡Como nosotros debemos estar siempre listos! Hace años que acepté hacer todo lo necesario para ayudar a proteger el mundo, así que no debes preocuparte por mí – dijo con una sonrisa de confianza.
- Es cierto, es verdad – dijo el erizo – Y lo tengo bien presente. Pero nunca te olvides, Tails, que existen cosas mucho más importantes que estar pendiente de un tirano loco. Hacer lo que te gusta, disfrutar con tus amigos, divertirte y pasarla bien con la gente que quieres, tener nuevas experiencias. Equivocarte, caer y aprender de tus errores, y superar tus metas. Esas son las cosas que no debes dejar de vivir. Los males en el mundo van y vienen, y si te preocupas demasiado por ellos, terminarás consumido. ¡Vive la vida, Tails! Las máquinas y Eggman pueden esperar.
Y entonces Sonic le despeinó los flecos a su amigo y lo invitó a que lo siguiera. Juntos corrieron hacia la entrada de la ciudad y los guardias los saludaron con alegría. Apotos no era necesariamente una ciudad militarizada, pero desde que Eggman la había conquistado temporalmente (hasta que Sonic llegó y la liberó), el Consejo Directivo decidió que debían tener, al menos, una tropa de seguridad, aunque sabían que esas pequeñas fuerzas no alcanzarían para detener un ataque del doctor, pero les conseguiría un buen tiempo hasta que apareciesen los refuerzos necesarios. Y es que el Consejo Directivo de Apotos consideraba más importante apoyar el Proyecto Utopía antes que llenar todos los rincones de la icónica ciudad con armamento militar.
Juntos, Sonic y Tails, amigos y hermanos, caminaban por las calles contemplando la belleza de las antiguas construcciones, y cada tanto el erizo le señalaba lugares y le contaba sobre la gente que vivía allí o sobre los robots que él mismo había derribado.
- Y por aquí caminamos con Chip, y en esa pequeña tienda comimos unos buenos chillidogs – dijo Sonic - ¡Vaya, qué hambre me dio! ¡Vayamos por unos! Y luego pidamos el famoso helado del que te hablé.
Luego de un rato, Sonic y Tails estaban se encontraban apoyados en una barandilla, mirando hacia el mar azul, cada uno con un enorme cono de helado con varias bochas de distintos sabores y colores. Se podía oír el sonido de las gaviotas, y el aroma del mar les traía frescura desde lo lejano.
- ¡Sí que es delicioso! – exclamó Tails – Espera a que los demás prueben este helado. ¡Hasta a Shadow lo haría feliz!
- ¡Y a Blaze la haría menos fría! – respondió el erizo
Ambos rieron con total despreocupación, como si realmente existiera una paz permanente en aquel mundo, que no dejaba de atravesar situaciones peligrosas de las cuales ellos eran, casi siempre, testigos de primera mano.
- Hey, Sonic – dijo Tails - ¿Cómo has pasado estas vacaciones? Seguro te has ido a recorrer el mundo de nuevo. ¿Has tenido aventuras?
- Pues sí – respondió – La semana pasada, el día que me fui, pasé por la Universidad de Spagonia a ver al profesor Pickle, pues hacía tiempo que no sabía nada de él. Te manda sus saludos – y el zorro sonrió agradecido – Luego de esto, me fui corriendo hasta alejarme de toda ciudad y traté de romper mi récord de velocidad. Iba tan distraído, disfrutando del viento, que cuando me di cuenta había dejado toda llanura atrás, y me encontré con las montañas. ¡Ni siquiera supe en dónde estaba! Pero encontré una cueva un poco sospechosa, y me acerqué hasta ella. Llevaba mi linterna, así que la encendí y me adentré. Caminé bastante, sin correr, pues el suelo estaba un poco húmedo, y había un olor muy rancio. ¡Pensé que había encontrado la casa de Eggman, pero no! Al cabo de un tiempo se me hizo emocionante, pero luego de un rato escuché un rugido que me erizó las púas. Iluminé a mi alrededor y encontré un enorme oso pardo. Me di cuenta de que me había metido en su casa sin su permiso, así que me disculpé con él y salí de allí. El resto del día lo pasé recorriendo las demás montañas y disfrutando de la vista…
Sonic le narró a Tails las cosas que había vivido y descubierto en esa semana de vacaciones. No eran nada sobresalientes; en su mayoría relatos de paisajes y encuentros con viejos conocidos. Pero el zorro escuchaba atentamente todo lo que su amigo le decía, casi sin interrumpirlo, sólo para dejar salir una carcajada o decir alguna broma. A Sonic le encantaba narrar sus vivencias, y Tails disfrutaba de cómo relataba. Parecía que se complementaban hasta en las charlas, y lo pasaban muy bien juntos. No solamente eran buenos compañeros de batalla; eran amigos de toda la vida.
Al cabo de un rato de relatar sus vivencias, permanecieron un tiempo en silencio. El sonido del mar los calmaba y los llenaba de paz, y el brillo del sol les iluminaba el alma. El erizo contemplaba las olas y disfrutaba del viento en su rostro, mientras que el zorro jugueteaba con una servilleta y miraba las nubes, tratando de encontrarles formas. Al fin, Tails le comentó a Sonic sobre algo que lo tenía inquieto desde el día anterior.
- Sonic, ¿has escuchado las noticias? – le dijo - ¿Te has enterado de lo que pasó ayer en el pueblo de Verdianna?
- No – respondió el erizo mirando hacia el mar - ¿Qué ha pasado?
- Ha habido un ataque – dijo Tails mirándolo a los ojos – La aldea fue saqueada por un grupo de monstruos.
- ¿Ah sí? – dijo el erizo, ahora mirándolo a los ojos con expresión de curiosidad y preocupación - ¿Monstruos? ¿Qué clase de monstruos?
- No se sabe – respondió el zorro – Ocurrió durante la noche. Dicen que no eran muchos, quizá cerca de veinte, pero eran muy poderosos, y aparecieron de la nada. Empezaron a atacar la aldea y a robar lo que encontraban. Alguien pudo filmar con su cámara y el video llegó a las noticias, pero se ve todo difuso y con desenfoque, además de que estaba oscuro porque era de noche, así que no se puede distinguir bien a los monstruos. En las entrevistas, las personas dijeron que tenían formas distintas, y algunos tenían cuernos y otros podían volar.
- ¿Hubo muchos heridos? – preguntó Sonic – ¿Pudieron ayudar a las personas o atrapar a esas criaturas?
- Los monstruos huyeron aparentemente sin motivo. Dejaron a la ciudad hecha un caos, con edificios destruidos y autos aplastados por doquier. Hasta saquearon varios supermercados. Es horrible. Hubo decenas de heridos de toda clase, y algunos de gravedad. Las personas estaban asustadas. GUN llegó a la aldea un tiempo más tarde y ayudaron en lo que pudieron, pero la ciudad ya había sufrido bastantes daños. Hay que tener en cuenta que no tenía defensas, pues es un pueblo agricultor, y su ciudad no es grande.
- Pero aún así, las personas estuvieron en peligro – dijo Sonic, pensativo – Seguro que estas criaturas son sólo unos bandidos, pero me sorprende que tan pocos hayan causado todo ese daño. ¿Seguro que no eran más de veinte?
- Eso dicen. Pero no parece que aquí en Apotos se hayan tomado esa noticia en serio, pues como ves, la gente está como si nada. Pero a mí me preocupa.
- A mí también, Tails – dijo el erizo – Luego iré a investigar más sobre ellos. Si son un grupo de malhechores sin causa ni rumbo, tarde o temprano los encontraremos y les daremos su merecido. Y GUN podrá encerrarlos para que no le hagan daño a nadie más. Quizás hable con Shadow o Rouge sobre esto.
- Tal vez ya estén en el caso – dijo Tails – Bueno, al menos eso espero.
- Seguro que sí, amigo. Y seguro los atraparemos. Un grupo de bandidos no se compara con la amenaza de Eggman, ¿no? – dijo el erizo, y permanecieron un momento en silencio, pensando, y mirando hacia el mar.
- Y hablando de males – dijo Tails al fin – ¿Has descubierto algo acerca de Eggman durante tus vacaciones? ¿Encontraste alguna de sus bases?
- Claro – respondió el erizo – Encontré una en la ladera de la Montaña Pico Nevado, bastante al sur de Chun-Nan. Parecía muy bien defendida, así que no me atreví a atacarla. Además, vacaciones son vacaciones, ¿no? – dijo cómico el erizo.
- Bueno, sí – dijo Tails – Pero me parece muy raro que sólo hayamos encontrado cinco de sus bases alrededor del mundo. Ni siquiera los espías de GUN pudieron encontrar alguna más. No es posible que todas sus fuerzas estén guarecidas allí solamente. ¿De dónde las sacará? ¿Y dónde fabrica sus robots? ¿Tendrá acaso alguna fábrica subterránea que no conozcamos?
- Debe ser eso, y algunas fortalezas debajo del agua – dijo Sonic – De otro modo, no me explico cómo es posible que cada tanto aparezca de la nada con su loco ejército de robots. Seguramente él también esté escondido bajo tierra. Pensando, planeando, construyendo y esperando – se hizo un pequeño silencio – A pesar de ser una molestia, ese Eggman es bastante perseverante, ¿no crees? Lo hemos vencido muchas veces, y sin embargo siempre aparece de nuevo, con las mismas metas y la misma mirada de confianza en sus ojos. Si hay alguien que se merece un premio por caerse y levantarse, seguro que ese es Eggman. Pero, ¡hey! ¡Arriba ese ánimo! Porque siempre que aparezca Eggman o cualquier otro para hacer daño, estaremos allí para detenerlos, ¿verdad?
- ¡Claro, Sonic! – respondió animado Tails – ¡Nosotros y todos los demás! Si estamos unidos, ¡no habrá nadie capaz de pararnos!
Pasaron casi dos horas de aquella mañana tan calmada. Sonic y Tails seguían conversando sobre sus asuntos. Habían ido a dar una vuelta por la gran plaza de la ciudad, donde varios artistas habían esculpido unas hermosas estatuas que representaban a los dioses de los antiguos habitantes de la región. Allí, cerca de una de ellas, se encontraba uno de sus autores, y les comentó acerca de la mitología y las creencias religiosas de aquellos pueblos antiguos.
El sol estaba siendo levemente interrumpido por una nube, y eran casi las once de la mañana. Aunque ya habían comido algo, Sonic era alguien a quien no se saciaba con facilidad. Necesitaba mucha energía para poder correr rápido, decía él, y por eso comía en abundancia. Y lograba mantener su figura por tanto correr, solía decir Amy. Sonic y Tails se encaminaron con tranquilidad hacia un puesto de comida rápida para hacer un nuevo pedido de chillidogs. Pero algo interrumpió su andar. Un sonido repentino, constante y agudo, que alertó a los ciudadanos, y los hizo mirar hacia un punto fijo; la entrada de la ciudad. Era la alarma de Apotos. Empezó a sonar estrepitosamente. Sonic y Tails se miraron y le preguntaron al vendedor de comida rápida qué ocurría.
- ¡Es la alarma de la Guardia! – dijo asustado - ¡Estamos bajo ataque!
Se comenzaron a oír gritos de auxilio, y los guardias armados comenzaron a salir de sus puestos. Sonic y Tails se dirigieron hacia la puerta a toda velocidad, que no estaba muy lejos de donde se encontraban. Allí comenzaron a oír ruidos de choques y estruendos de explosiones. Cuando llegaron, vieron una escena que los tomó por sorpresa. Había cerca de quince criaturas aplastando y destruyendo lo que encontraban. Algunos eran altos y corpulentos, otros eran más pequeños y escurridizos; varios tenían cuernos sobre sus cabezas y otros tenían cola. Todos tenían un aspecto amenazante y devastador. Unos atacaban dando golpes con sus puños, aplastando autos, y otros lanzaban de sus manos pequeñas ráfagas de energía que explotaban al impactar contra sus objetivos. Por encima del muro de la puerta, varias criaturas se encontraban disparando proyectiles luminosos hacia los guardias que defendían la ciudad, haciendo estallar por los aires los autos y las columnas de los edificios. Otros muchos monstruos volaban por encima de los muros, aterrizando más allá de las viviendas que todavía no estaban siendo atacadas; irrumpían en ellas y se robaban objetos de toda índole, desde alimentos hasta aparatos electrónicos.
Sonic no esperó explicaciones y se lanzó a atacar a las criaturas. Su velocidad era suficiente para poder esquivar los proyectiles de energía de los invasores, y sus ataques giratorios daban en el blanco, derribando a varios de esos seres, pero lograban levantarse y seguían peleando. Tails se apresuraba a rescatar a los heridos y llevarlos volando hacia sitios más seguros. De vez en cuando tenía que esquivar algún ataque, y a veces golpeaba a algún monstruo utilizando la velocidad de giro de sus colas. Las criaturas empezaron a afanarse con ellos y concentraron sus ataques. Sonic y Tails se vieron obligados a apartarse un momento de la batalla para elaborar una estrategia. Se escondieron detrás de una columna venida abajo.
- ¡Sonic! ¡Las criaturas! Tienen cuernos, cola y son feos. ¿Serán ellos? – preguntó Tails - ¿Serán los monstruos que atacaron Verdianna?
- No tengo idea – dijo el erizo – Pero si son ellos, no me imagino cómo llegaron a esta parte del mundo de la noche a la mañana, a no ser que tengan sus propios aviones. Son bastante resistentes y son muchos, así que tendremos que hacer un plan para evitar que haya más heridos.
- Bien, hagamos esto – dijo el zorro – Tú distrae su atención y trata de alejarlos de los civiles, mientras yo me llevo a los que guardias y ciudadanos que quedan. Les avisaré que llamen a GUN. Tendremos que distraer a los monstruos todo lo posible y concentrar sus ataques en nosotros, hasta que llegue más ayuda.
- Es un buen plan – dijo Sonic – Pero estoy seguro de que podemos vencerlos. ¡Adelante!
- ¡Cómo me gustaría tener el Tornado aquí! – exclamó Tails
Ambos salieron de su escondite a la velocidad del trueno. Sonic aceleró y saltó sobre la muralla. Allí les habló a las criaturas que lo miraban con furia desde el suelo.
- ¿Saben apuntar? – se burló -¡Vamos! Eggman y sus chatarras mecánicas pueden hacer más que ustedes.
Un alarido repentino surgió de los monstruos y los ojos penetrantes de los seres relampaguearon. De súbito se lanzaron sobre Sonic y le dispararon a quemarropa, pero no podían dar en el blanco. El erizo los atacaba repetidamente, pero los más fuertes se levantaban luego de caer derribados. En otros, una vez que Sonic los vencía y estaban en el suelo, noqueados, un halo de luz azulada y verdosa los envolvía y los hacía levitar, y los alejaba del campo de batalla y de la ciudad. Esto dejaba perplejo al erizo, pero luego pensaría en ello. Ahora tenía que seguir luchando, pues a través de los muros aparecían más criaturas que las que lograba noquear; quizá más de cincuenta monstruos invadían ahora Apotos, algunos atacando a Sonic, y otros saqueando. Empezaron a avanzar sobre la ciudad hasta llegar a la plaza principal. Las personas huían despavoridas de la batalla y los defensores estaban desesperados, pues sus armas eran parecían ser útiles contra los monstruos.
Sonic notó que Tails ya se había llevado a los heridos y los había puesto a salvo, por lo que decidió defender el centro de Apotos. Dio media vuelta y corrió hasta la plaza principal. Allí pudo contemplar el caos que se había producido: edificios humeando, en parte destruidos, calles estropeadas y vehículos aplastados. Algunos habían volado por los aires y habían terminado en el techo de alguna casa. Las estatuas que había contemplado se hallaban ahora destrozadas y tiradas al suelo. Se había iniciado un incendio en varios edilicios y algunos ciudadanos rescataban a sus ocupantes, a pesar de la amenaza de las bestias.
Sonic se empezó a preocupar por el bienestar de las personas. Los enemigos no eran demasiado numerosos, pero no conseguía vencerlos a todos y esto le estaba dando impotencia. Si no hacía algo rápido, podrían llegar a lamentar víctimas. Se preparó para lanzar un nuevo ataque, pero algo lo detuvo. Una voz conocida. El sonido de alguien a quien no pensaba volver a ver, pero que no deseaba volver a encontrar. Reconoció al instante el tono grueso y rasposo de quien le hablaba.
- Hola, erizo – dijo la voz detrás de Sonic – Deseaba volver a verte.
Sonic se dio la vuelta inmediatamente y lo vio. Alto, corpulento y de mirada fulminante, su inesperado enemigo lo observaba con una extraña mezcla de maldad y alegría desde un pequeño pedestal, en el centro de la plaza de la ciudad. Sus ojos profundos lo miraban sin pestañear.
- ¡Tú! – exclamó Sonic - ¡Cómo apareciste aquí! ¡Te derroté y caíste a la lava!
- ¿No lo sabes? – dijo su enemigo – Soy el más fuerte de mi raza. Un poco de roca fundida no me puede detener.
- Ya veo. ¿Así que han sido tus amiguitos los que atacaron aquel pequeño pueblo, Zavok? – preguntó Sonic.
- Es posible – respondió el zeti – No puedo negarles a mis hermanos que salgan a divertirse. Aunque seguramente haya habido algunos perjudicados.
- ¿Atacar inocentes les parece divertido? Bueno, peor para ustedes – dijo el erizo - Porque todos terminarán derrotados y encerrados.
- ¿Eso crees? – dijo Zavok – Porque mis hermanos son fuertes y se cuidan entre sí. Pero tu verdadero problema no es vencerlos. Es evitar que lastimen a esta gente, ¿no es así? Pero hagamos un alto a todo esto.
Zavok levantó la mano izquierda, y al instante todos los monstruos, que en realidad eran zetis, dejaron de atacar la ciudad. Se quedaron inmóviles en sus posiciones, observando la charla entre su líder y el erizo azul.
- Nada que no pueda manejar, por supuesto – dijo Sonic - ¿Y dónde está el resto de tu grupito? ¿Te dejaron solo y estás tan triste que viniste a buscar mi amistad?
- Nada de eso, erizo – respondió Zavok – Mis camaradas sólo están ocupados visitando otras ciudades, con más de mis hermanos a su lado. Y no vine a buscarte a ti, pero me alegra haberte encontrado.
- Bueno, pues aquí me tienes – dijo Sonic - ¿Qué buscas, Zavok? ¿Es esto una especie de venganza? ¿Por qué mejor no vas a buscar a Eggman? De seguro se pondrá feliz de volver a verte. Aunque, a propósito: tú y tus secuaces están libres gracias a mí.
- Lo tengo presente, Sonic – dijo el zeti – Y esta no es mi venganza. Aún no. Sólo he logrado entregarle a mis hermanos un mundo entero donde pueden vivir, saquear, aplastar y destruir cuanto deseen. Pronto me ocuparé de despedazarte con mis manos, pero antes me encargaré personalmente de que ese inútil de Eggman reciba lo suyo.
- Genial, entonces ve a buscarlo y mátense entre ustedes – dijo Sonic – Y dejen tranquilas a las demás personas, que sólo quieren vivir en paz.
- Eres un iluso, erizo – dijo Zavok con una sonrisa maliciosa – La paz no volverá a este mundo mientras yo gobierne a los míos. El planeta entero será nuestro parque de juegos, y aplastaremos a todo aquel que se resista. Devastaremos las ciudades, arrasaremos los ejércitos y esclavizaremos a quien sea… empezando por los que más te importan.
- ¡Ya me cansaste! – dijo Sonic, enojado – Te lo dije antes y te lo digo ahora. ¡Si te atreves a tocarle un solo pelo a mis amigos, te juro que lo lamentarás! ¿Quieres despedazarme? ¡Pues esta es tu oportunidad!
- Qué delicia es verte desesperar – dijo Zavok – Me ocuparé de ti más adelante, luego de que el sufrimiento atraviese tu alma y te haga caer. Mis hermanos han conseguido lo que querían. Han disfrutado de la destrucción, y se irán por ahora. Pero volverás a verlos. Me encargaré de que así sea.
Zavok se llevó el dedo índice a la sien, y en seguida todos los zetis que antes los observaban comenzaron a alejarse de la ciudad, algunos volando y otros corriendo, embistiendo todo lo que se les interponía. Zavok comenzó a elevarse, manteniendo su mirada en Sonic. Tails apareció de pronto junto a él; lo había perdido de vista durante un tiempo, pero lo encontró después de que los zetis dejaron de atacar y comenzaron a observar a su líder hablando con Sonic. Tails miró a Zavok con asombro, pues también creía que había desaparecido para siempre. El zeti le dedicó una mirada sombría y le sonrió. Sonic no lo pensó dos veces. Sabiendo que el resto de los zetis ya se habían ido, tomó impulso y dio un gran salto hasta alcanzar a Zavok con un ataque giratorio, pero fue repelido con un golpe seco del zeti. Cayó al suelo de espaldas y se levantó rápidamente, pero no volvió a intentarlo de nuevo. Desde donde estaban, alcanzaron a oír una siniestra risa de satisfacción, y vieron al zeti alejarse volando hacia los campos.
Sonic y Tails se miraron con preocupación. El ataque no había durado mucho, y sin embargo, Apotos estaba en caos. Media ciudad había sufrido daños y mucha gente se encontraba herida. En seguida aparecieron los bomberos y las ambulancias. Las sirenas invadieron las calles, y Sonic y Tails comenzaron a ayudar a los damnificados. Gracias a la estrategia del zorro no habían tenido que lamentar víctimas, pues Sonic había concentrado la atención de los zetis en él. Media hora más tarde aparecieron los escuadrones de GUN. Varios helicópteros de combate y de ayuda volaban cerca de la zona, y los camiones con las máquinas robóticas llegaron para asegurar el área. En medio de la comitiva, Sonic y Tails divisaron a unos personajes conocidos; Shadow y Rouge se encontraban observando los edificios destruidos y las calles arruinadas, mientras Omega levantaba y movía del camino a los vehículos que le obstruían el paso a las ambulancias y camiones hidrantes. Aunque Sonic notó que ni el erizo negro ni la murciélago parecían estar sorprendidos.
Continuará.
- ¡Bienvenido a Apotos! – dijo Sonic con las manos extendidas hacia la ciudad – Esta es la primera parada de nuestro tour, y yo seré tu guía.
- Pero si ya conozco la ciudad – dijo riendo el zorro.
- Seguro que no tanto como yo – respondió - ¡Ven! Te mostraré algunos lugares famosos. ¡Y ya verás cómo te encantan esos helados con chips de chocolate!
- Bueno, los probaré, apuesto a que son fabulosos – dijo lamiéndose los labios – Pero no entiendo, Sonic, ¿me trajiste hasta aquí sólo para tomar un helado?
- Y hacer un tour turístico, porque nunca nos tomamos el tiempo necesario para visitar esta ciudad como se merece – respondió el erizo.
- Claro, pero, ¿nos llevará todo el día? Quiero decir… es que esta tarde pensaba recalibrar la consola del Tornado y …
- ¡Pero nada! – dijo sonriendo el erizo – En primer lugar, aceptaste mi invitación de salir de paseo, y eso incluye la mañana y la tarde. Y en segundo lugar… ¡Mírate! Tienes ocho años y te preocupas por arreglar un avión. A tu edad, yo estaba corriendo por todas partes a súper velocidad, sin preocupaciones y sin grasa en mis manos. ¡Tienes que salir afuera un poco más!
- ¡Ya pareces mi abuelo! – rió el zorro – Además, siempre estamos luchando contra Eggman, y sabes que el Tornado tiene que estar en perfectas condiciones para poder utilizarlo cuando haga falta, y ahora mismo está en mantenimiento. Aunque si apareciera Eggman, podría usar el Tornado 2 y …
- Pero no apareció, ¿verdad? – y miró a ambos lados fingiendo estar alerta – Te preocupas mucho, mi amigo. Deberías pensar en salir a jugar, oler las flores, mojarte en la lluvia, conocer el mundo, mirar las estrellas, tener una noviecita… - dijo con una mirada audaz hacia el zorro.
- ¡Eso no será necesario! – dijo ruborizado – Conozco bien el mundo, porque viajé contigo todas esas veces. Y además, ¿recuerdas quién te salvó de caer al océano con un avión recién reparado? – dijo ahora suspicaz el zorro – ¡Por eso el Tornado debe estar siempre listo! ¡Como nosotros debemos estar siempre listos! Hace años que acepté hacer todo lo necesario para ayudar a proteger el mundo, así que no debes preocuparte por mí – dijo con una sonrisa de confianza.
- Es cierto, es verdad – dijo el erizo – Y lo tengo bien presente. Pero nunca te olvides, Tails, que existen cosas mucho más importantes que estar pendiente de un tirano loco. Hacer lo que te gusta, disfrutar con tus amigos, divertirte y pasarla bien con la gente que quieres, tener nuevas experiencias. Equivocarte, caer y aprender de tus errores, y superar tus metas. Esas son las cosas que no debes dejar de vivir. Los males en el mundo van y vienen, y si te preocupas demasiado por ellos, terminarás consumido. ¡Vive la vida, Tails! Las máquinas y Eggman pueden esperar.
Y entonces Sonic le despeinó los flecos a su amigo y lo invitó a que lo siguiera. Juntos corrieron hacia la entrada de la ciudad y los guardias los saludaron con alegría. Apotos no era necesariamente una ciudad militarizada, pero desde que Eggman la había conquistado temporalmente (hasta que Sonic llegó y la liberó), el Consejo Directivo decidió que debían tener, al menos, una tropa de seguridad, aunque sabían que esas pequeñas fuerzas no alcanzarían para detener un ataque del doctor, pero les conseguiría un buen tiempo hasta que apareciesen los refuerzos necesarios. Y es que el Consejo Directivo de Apotos consideraba más importante apoyar el Proyecto Utopía antes que llenar todos los rincones de la icónica ciudad con armamento militar.
Juntos, Sonic y Tails, amigos y hermanos, caminaban por las calles contemplando la belleza de las antiguas construcciones, y cada tanto el erizo le señalaba lugares y le contaba sobre la gente que vivía allí o sobre los robots que él mismo había derribado.
- Y por aquí caminamos con Chip, y en esa pequeña tienda comimos unos buenos chillidogs – dijo Sonic - ¡Vaya, qué hambre me dio! ¡Vayamos por unos! Y luego pidamos el famoso helado del que te hablé.
Luego de un rato, Sonic y Tails estaban se encontraban apoyados en una barandilla, mirando hacia el mar azul, cada uno con un enorme cono de helado con varias bochas de distintos sabores y colores. Se podía oír el sonido de las gaviotas, y el aroma del mar les traía frescura desde lo lejano.
- ¡Sí que es delicioso! – exclamó Tails – Espera a que los demás prueben este helado. ¡Hasta a Shadow lo haría feliz!
- ¡Y a Blaze la haría menos fría! – respondió el erizo
Ambos rieron con total despreocupación, como si realmente existiera una paz permanente en aquel mundo, que no dejaba de atravesar situaciones peligrosas de las cuales ellos eran, casi siempre, testigos de primera mano.
- Hey, Sonic – dijo Tails - ¿Cómo has pasado estas vacaciones? Seguro te has ido a recorrer el mundo de nuevo. ¿Has tenido aventuras?
- Pues sí – respondió – La semana pasada, el día que me fui, pasé por la Universidad de Spagonia a ver al profesor Pickle, pues hacía tiempo que no sabía nada de él. Te manda sus saludos – y el zorro sonrió agradecido – Luego de esto, me fui corriendo hasta alejarme de toda ciudad y traté de romper mi récord de velocidad. Iba tan distraído, disfrutando del viento, que cuando me di cuenta había dejado toda llanura atrás, y me encontré con las montañas. ¡Ni siquiera supe en dónde estaba! Pero encontré una cueva un poco sospechosa, y me acerqué hasta ella. Llevaba mi linterna, así que la encendí y me adentré. Caminé bastante, sin correr, pues el suelo estaba un poco húmedo, y había un olor muy rancio. ¡Pensé que había encontrado la casa de Eggman, pero no! Al cabo de un tiempo se me hizo emocionante, pero luego de un rato escuché un rugido que me erizó las púas. Iluminé a mi alrededor y encontré un enorme oso pardo. Me di cuenta de que me había metido en su casa sin su permiso, así que me disculpé con él y salí de allí. El resto del día lo pasé recorriendo las demás montañas y disfrutando de la vista…
Sonic le narró a Tails las cosas que había vivido y descubierto en esa semana de vacaciones. No eran nada sobresalientes; en su mayoría relatos de paisajes y encuentros con viejos conocidos. Pero el zorro escuchaba atentamente todo lo que su amigo le decía, casi sin interrumpirlo, sólo para dejar salir una carcajada o decir alguna broma. A Sonic le encantaba narrar sus vivencias, y Tails disfrutaba de cómo relataba. Parecía que se complementaban hasta en las charlas, y lo pasaban muy bien juntos. No solamente eran buenos compañeros de batalla; eran amigos de toda la vida.
Al cabo de un rato de relatar sus vivencias, permanecieron un tiempo en silencio. El sonido del mar los calmaba y los llenaba de paz, y el brillo del sol les iluminaba el alma. El erizo contemplaba las olas y disfrutaba del viento en su rostro, mientras que el zorro jugueteaba con una servilleta y miraba las nubes, tratando de encontrarles formas. Al fin, Tails le comentó a Sonic sobre algo que lo tenía inquieto desde el día anterior.
- Sonic, ¿has escuchado las noticias? – le dijo - ¿Te has enterado de lo que pasó ayer en el pueblo de Verdianna?
- No – respondió el erizo mirando hacia el mar - ¿Qué ha pasado?
- Ha habido un ataque – dijo Tails mirándolo a los ojos – La aldea fue saqueada por un grupo de monstruos.
- ¿Ah sí? – dijo el erizo, ahora mirándolo a los ojos con expresión de curiosidad y preocupación - ¿Monstruos? ¿Qué clase de monstruos?
- No se sabe – respondió el zorro – Ocurrió durante la noche. Dicen que no eran muchos, quizá cerca de veinte, pero eran muy poderosos, y aparecieron de la nada. Empezaron a atacar la aldea y a robar lo que encontraban. Alguien pudo filmar con su cámara y el video llegó a las noticias, pero se ve todo difuso y con desenfoque, además de que estaba oscuro porque era de noche, así que no se puede distinguir bien a los monstruos. En las entrevistas, las personas dijeron que tenían formas distintas, y algunos tenían cuernos y otros podían volar.
- ¿Hubo muchos heridos? – preguntó Sonic – ¿Pudieron ayudar a las personas o atrapar a esas criaturas?
- Los monstruos huyeron aparentemente sin motivo. Dejaron a la ciudad hecha un caos, con edificios destruidos y autos aplastados por doquier. Hasta saquearon varios supermercados. Es horrible. Hubo decenas de heridos de toda clase, y algunos de gravedad. Las personas estaban asustadas. GUN llegó a la aldea un tiempo más tarde y ayudaron en lo que pudieron, pero la ciudad ya había sufrido bastantes daños. Hay que tener en cuenta que no tenía defensas, pues es un pueblo agricultor, y su ciudad no es grande.
- Pero aún así, las personas estuvieron en peligro – dijo Sonic, pensativo – Seguro que estas criaturas son sólo unos bandidos, pero me sorprende que tan pocos hayan causado todo ese daño. ¿Seguro que no eran más de veinte?
- Eso dicen. Pero no parece que aquí en Apotos se hayan tomado esa noticia en serio, pues como ves, la gente está como si nada. Pero a mí me preocupa.
- A mí también, Tails – dijo el erizo – Luego iré a investigar más sobre ellos. Si son un grupo de malhechores sin causa ni rumbo, tarde o temprano los encontraremos y les daremos su merecido. Y GUN podrá encerrarlos para que no le hagan daño a nadie más. Quizás hable con Shadow o Rouge sobre esto.
- Tal vez ya estén en el caso – dijo Tails – Bueno, al menos eso espero.
- Seguro que sí, amigo. Y seguro los atraparemos. Un grupo de bandidos no se compara con la amenaza de Eggman, ¿no? – dijo el erizo, y permanecieron un momento en silencio, pensando, y mirando hacia el mar.
- Y hablando de males – dijo Tails al fin – ¿Has descubierto algo acerca de Eggman durante tus vacaciones? ¿Encontraste alguna de sus bases?
- Claro – respondió el erizo – Encontré una en la ladera de la Montaña Pico Nevado, bastante al sur de Chun-Nan. Parecía muy bien defendida, así que no me atreví a atacarla. Además, vacaciones son vacaciones, ¿no? – dijo cómico el erizo.
- Bueno, sí – dijo Tails – Pero me parece muy raro que sólo hayamos encontrado cinco de sus bases alrededor del mundo. Ni siquiera los espías de GUN pudieron encontrar alguna más. No es posible que todas sus fuerzas estén guarecidas allí solamente. ¿De dónde las sacará? ¿Y dónde fabrica sus robots? ¿Tendrá acaso alguna fábrica subterránea que no conozcamos?
- Debe ser eso, y algunas fortalezas debajo del agua – dijo Sonic – De otro modo, no me explico cómo es posible que cada tanto aparezca de la nada con su loco ejército de robots. Seguramente él también esté escondido bajo tierra. Pensando, planeando, construyendo y esperando – se hizo un pequeño silencio – A pesar de ser una molestia, ese Eggman es bastante perseverante, ¿no crees? Lo hemos vencido muchas veces, y sin embargo siempre aparece de nuevo, con las mismas metas y la misma mirada de confianza en sus ojos. Si hay alguien que se merece un premio por caerse y levantarse, seguro que ese es Eggman. Pero, ¡hey! ¡Arriba ese ánimo! Porque siempre que aparezca Eggman o cualquier otro para hacer daño, estaremos allí para detenerlos, ¿verdad?
- ¡Claro, Sonic! – respondió animado Tails – ¡Nosotros y todos los demás! Si estamos unidos, ¡no habrá nadie capaz de pararnos!
Pasaron casi dos horas de aquella mañana tan calmada. Sonic y Tails seguían conversando sobre sus asuntos. Habían ido a dar una vuelta por la gran plaza de la ciudad, donde varios artistas habían esculpido unas hermosas estatuas que representaban a los dioses de los antiguos habitantes de la región. Allí, cerca de una de ellas, se encontraba uno de sus autores, y les comentó acerca de la mitología y las creencias religiosas de aquellos pueblos antiguos.
El sol estaba siendo levemente interrumpido por una nube, y eran casi las once de la mañana. Aunque ya habían comido algo, Sonic era alguien a quien no se saciaba con facilidad. Necesitaba mucha energía para poder correr rápido, decía él, y por eso comía en abundancia. Y lograba mantener su figura por tanto correr, solía decir Amy. Sonic y Tails se encaminaron con tranquilidad hacia un puesto de comida rápida para hacer un nuevo pedido de chillidogs. Pero algo interrumpió su andar. Un sonido repentino, constante y agudo, que alertó a los ciudadanos, y los hizo mirar hacia un punto fijo; la entrada de la ciudad. Era la alarma de Apotos. Empezó a sonar estrepitosamente. Sonic y Tails se miraron y le preguntaron al vendedor de comida rápida qué ocurría.
- ¡Es la alarma de la Guardia! – dijo asustado - ¡Estamos bajo ataque!
Se comenzaron a oír gritos de auxilio, y los guardias armados comenzaron a salir de sus puestos. Sonic y Tails se dirigieron hacia la puerta a toda velocidad, que no estaba muy lejos de donde se encontraban. Allí comenzaron a oír ruidos de choques y estruendos de explosiones. Cuando llegaron, vieron una escena que los tomó por sorpresa. Había cerca de quince criaturas aplastando y destruyendo lo que encontraban. Algunos eran altos y corpulentos, otros eran más pequeños y escurridizos; varios tenían cuernos sobre sus cabezas y otros tenían cola. Todos tenían un aspecto amenazante y devastador. Unos atacaban dando golpes con sus puños, aplastando autos, y otros lanzaban de sus manos pequeñas ráfagas de energía que explotaban al impactar contra sus objetivos. Por encima del muro de la puerta, varias criaturas se encontraban disparando proyectiles luminosos hacia los guardias que defendían la ciudad, haciendo estallar por los aires los autos y las columnas de los edificios. Otros muchos monstruos volaban por encima de los muros, aterrizando más allá de las viviendas que todavía no estaban siendo atacadas; irrumpían en ellas y se robaban objetos de toda índole, desde alimentos hasta aparatos electrónicos.
Sonic no esperó explicaciones y se lanzó a atacar a las criaturas. Su velocidad era suficiente para poder esquivar los proyectiles de energía de los invasores, y sus ataques giratorios daban en el blanco, derribando a varios de esos seres, pero lograban levantarse y seguían peleando. Tails se apresuraba a rescatar a los heridos y llevarlos volando hacia sitios más seguros. De vez en cuando tenía que esquivar algún ataque, y a veces golpeaba a algún monstruo utilizando la velocidad de giro de sus colas. Las criaturas empezaron a afanarse con ellos y concentraron sus ataques. Sonic y Tails se vieron obligados a apartarse un momento de la batalla para elaborar una estrategia. Se escondieron detrás de una columna venida abajo.
- ¡Sonic! ¡Las criaturas! Tienen cuernos, cola y son feos. ¿Serán ellos? – preguntó Tails - ¿Serán los monstruos que atacaron Verdianna?
- No tengo idea – dijo el erizo – Pero si son ellos, no me imagino cómo llegaron a esta parte del mundo de la noche a la mañana, a no ser que tengan sus propios aviones. Son bastante resistentes y son muchos, así que tendremos que hacer un plan para evitar que haya más heridos.
- Bien, hagamos esto – dijo el zorro – Tú distrae su atención y trata de alejarlos de los civiles, mientras yo me llevo a los que guardias y ciudadanos que quedan. Les avisaré que llamen a GUN. Tendremos que distraer a los monstruos todo lo posible y concentrar sus ataques en nosotros, hasta que llegue más ayuda.
- Es un buen plan – dijo Sonic – Pero estoy seguro de que podemos vencerlos. ¡Adelante!
- ¡Cómo me gustaría tener el Tornado aquí! – exclamó Tails
Ambos salieron de su escondite a la velocidad del trueno. Sonic aceleró y saltó sobre la muralla. Allí les habló a las criaturas que lo miraban con furia desde el suelo.
- ¿Saben apuntar? – se burló -¡Vamos! Eggman y sus chatarras mecánicas pueden hacer más que ustedes.
Un alarido repentino surgió de los monstruos y los ojos penetrantes de los seres relampaguearon. De súbito se lanzaron sobre Sonic y le dispararon a quemarropa, pero no podían dar en el blanco. El erizo los atacaba repetidamente, pero los más fuertes se levantaban luego de caer derribados. En otros, una vez que Sonic los vencía y estaban en el suelo, noqueados, un halo de luz azulada y verdosa los envolvía y los hacía levitar, y los alejaba del campo de batalla y de la ciudad. Esto dejaba perplejo al erizo, pero luego pensaría en ello. Ahora tenía que seguir luchando, pues a través de los muros aparecían más criaturas que las que lograba noquear; quizá más de cincuenta monstruos invadían ahora Apotos, algunos atacando a Sonic, y otros saqueando. Empezaron a avanzar sobre la ciudad hasta llegar a la plaza principal. Las personas huían despavoridas de la batalla y los defensores estaban desesperados, pues sus armas eran parecían ser útiles contra los monstruos.
Sonic notó que Tails ya se había llevado a los heridos y los había puesto a salvo, por lo que decidió defender el centro de Apotos. Dio media vuelta y corrió hasta la plaza principal. Allí pudo contemplar el caos que se había producido: edificios humeando, en parte destruidos, calles estropeadas y vehículos aplastados. Algunos habían volado por los aires y habían terminado en el techo de alguna casa. Las estatuas que había contemplado se hallaban ahora destrozadas y tiradas al suelo. Se había iniciado un incendio en varios edilicios y algunos ciudadanos rescataban a sus ocupantes, a pesar de la amenaza de las bestias.
Sonic se empezó a preocupar por el bienestar de las personas. Los enemigos no eran demasiado numerosos, pero no conseguía vencerlos a todos y esto le estaba dando impotencia. Si no hacía algo rápido, podrían llegar a lamentar víctimas. Se preparó para lanzar un nuevo ataque, pero algo lo detuvo. Una voz conocida. El sonido de alguien a quien no pensaba volver a ver, pero que no deseaba volver a encontrar. Reconoció al instante el tono grueso y rasposo de quien le hablaba.
- Hola, erizo – dijo la voz detrás de Sonic – Deseaba volver a verte.
Sonic se dio la vuelta inmediatamente y lo vio. Alto, corpulento y de mirada fulminante, su inesperado enemigo lo observaba con una extraña mezcla de maldad y alegría desde un pequeño pedestal, en el centro de la plaza de la ciudad. Sus ojos profundos lo miraban sin pestañear.
- ¡Tú! – exclamó Sonic - ¡Cómo apareciste aquí! ¡Te derroté y caíste a la lava!
- ¿No lo sabes? – dijo su enemigo – Soy el más fuerte de mi raza. Un poco de roca fundida no me puede detener.
- Ya veo. ¿Así que han sido tus amiguitos los que atacaron aquel pequeño pueblo, Zavok? – preguntó Sonic.
- Es posible – respondió el zeti – No puedo negarles a mis hermanos que salgan a divertirse. Aunque seguramente haya habido algunos perjudicados.
- ¿Atacar inocentes les parece divertido? Bueno, peor para ustedes – dijo el erizo - Porque todos terminarán derrotados y encerrados.
- ¿Eso crees? – dijo Zavok – Porque mis hermanos son fuertes y se cuidan entre sí. Pero tu verdadero problema no es vencerlos. Es evitar que lastimen a esta gente, ¿no es así? Pero hagamos un alto a todo esto.
Zavok levantó la mano izquierda, y al instante todos los monstruos, que en realidad eran zetis, dejaron de atacar la ciudad. Se quedaron inmóviles en sus posiciones, observando la charla entre su líder y el erizo azul.
- Nada que no pueda manejar, por supuesto – dijo Sonic - ¿Y dónde está el resto de tu grupito? ¿Te dejaron solo y estás tan triste que viniste a buscar mi amistad?
- Nada de eso, erizo – respondió Zavok – Mis camaradas sólo están ocupados visitando otras ciudades, con más de mis hermanos a su lado. Y no vine a buscarte a ti, pero me alegra haberte encontrado.
- Bueno, pues aquí me tienes – dijo Sonic - ¿Qué buscas, Zavok? ¿Es esto una especie de venganza? ¿Por qué mejor no vas a buscar a Eggman? De seguro se pondrá feliz de volver a verte. Aunque, a propósito: tú y tus secuaces están libres gracias a mí.
- Lo tengo presente, Sonic – dijo el zeti – Y esta no es mi venganza. Aún no. Sólo he logrado entregarle a mis hermanos un mundo entero donde pueden vivir, saquear, aplastar y destruir cuanto deseen. Pronto me ocuparé de despedazarte con mis manos, pero antes me encargaré personalmente de que ese inútil de Eggman reciba lo suyo.
- Genial, entonces ve a buscarlo y mátense entre ustedes – dijo Sonic – Y dejen tranquilas a las demás personas, que sólo quieren vivir en paz.
- Eres un iluso, erizo – dijo Zavok con una sonrisa maliciosa – La paz no volverá a este mundo mientras yo gobierne a los míos. El planeta entero será nuestro parque de juegos, y aplastaremos a todo aquel que se resista. Devastaremos las ciudades, arrasaremos los ejércitos y esclavizaremos a quien sea… empezando por los que más te importan.
- ¡Ya me cansaste! – dijo Sonic, enojado – Te lo dije antes y te lo digo ahora. ¡Si te atreves a tocarle un solo pelo a mis amigos, te juro que lo lamentarás! ¿Quieres despedazarme? ¡Pues esta es tu oportunidad!
- Qué delicia es verte desesperar – dijo Zavok – Me ocuparé de ti más adelante, luego de que el sufrimiento atraviese tu alma y te haga caer. Mis hermanos han conseguido lo que querían. Han disfrutado de la destrucción, y se irán por ahora. Pero volverás a verlos. Me encargaré de que así sea.
Zavok se llevó el dedo índice a la sien, y en seguida todos los zetis que antes los observaban comenzaron a alejarse de la ciudad, algunos volando y otros corriendo, embistiendo todo lo que se les interponía. Zavok comenzó a elevarse, manteniendo su mirada en Sonic. Tails apareció de pronto junto a él; lo había perdido de vista durante un tiempo, pero lo encontró después de que los zetis dejaron de atacar y comenzaron a observar a su líder hablando con Sonic. Tails miró a Zavok con asombro, pues también creía que había desaparecido para siempre. El zeti le dedicó una mirada sombría y le sonrió. Sonic no lo pensó dos veces. Sabiendo que el resto de los zetis ya se habían ido, tomó impulso y dio un gran salto hasta alcanzar a Zavok con un ataque giratorio, pero fue repelido con un golpe seco del zeti. Cayó al suelo de espaldas y se levantó rápidamente, pero no volvió a intentarlo de nuevo. Desde donde estaban, alcanzaron a oír una siniestra risa de satisfacción, y vieron al zeti alejarse volando hacia los campos.
Sonic y Tails se miraron con preocupación. El ataque no había durado mucho, y sin embargo, Apotos estaba en caos. Media ciudad había sufrido daños y mucha gente se encontraba herida. En seguida aparecieron los bomberos y las ambulancias. Las sirenas invadieron las calles, y Sonic y Tails comenzaron a ayudar a los damnificados. Gracias a la estrategia del zorro no habían tenido que lamentar víctimas, pues Sonic había concentrado la atención de los zetis en él. Media hora más tarde aparecieron los escuadrones de GUN. Varios helicópteros de combate y de ayuda volaban cerca de la zona, y los camiones con las máquinas robóticas llegaron para asegurar el área. En medio de la comitiva, Sonic y Tails divisaron a unos personajes conocidos; Shadow y Rouge se encontraban observando los edificios destruidos y las calles arruinadas, mientras Omega levantaba y movía del camino a los vehículos que le obstruían el paso a las ambulancias y camiones hidrantes. Aunque Sonic notó que ni el erizo negro ni la murciélago parecían estar sorprendidos.
Continuará.
¡GRACIAS POR LEER EL FIC DE
GABRIEL MANRIQUE!
¿QUIEREN SABER QUÉ SUCEDERÁ A CONTINUACIÓN?
PUES SÍGANLO EN FANFICTION
EN EL LINK DE ABAJO
Muchas gracias Esther por la oportunidad de compartir mi fic. Me gustaron mucho las imagenes que les adicionaste, sobre todo la de este capitulo. Saludos!
ResponderEliminarDe nada. n_n
EliminarFue uno de los mejores fics que he leído en mi vida! Me pasaré por tu fanfiction, Gabriel porque no podré mucho tiempo con la intriga XD. Espero ver más trabajos tuyos alguna vez ;)
ResponderEliminarMuchas gracias Carol! De verdad aprecio que te haya gustado :) Espero que los demás capítulos también te gusten. Es mi primera historia, así que tal vez siga escribiendo después de esto.
EliminarEsta historia Me enamoro por completo!! mucha intriga y demasiadas preguntas necesito saber!! sin duda alguna tengo que verla completa anhelo saber mas! tienes un excelente don narrando Gabriel espero ver mas de tus trabajos!
ResponderEliminarY creo te ya tengo un nuevo escritor favorito ^^ sigue así!
Son demasiados cumplidos jajaja, pero te los agradezco de todo corazón :) Espero que te gusten los demás capítulos. Gracias otra vez!
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